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miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Qué pasa con la industria de la música?

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La venta de música digital ha aumentado un 11% durante el primer semestre de 2015 y, por primera vez, supera en ingresos a la venta de música en formato físico.
El repunte se debe a la difusión del sistema de venta de música por streaming procedente tanto de servicios de pago como de aquellos que se costean mediante publicidad. Pero, bajo este panorama de buenos augurios para un sector castigado durante años por la crisis y la piratería se esconden una serie de matices importantes. 
Es fácil para muchos artistas ver a este tipo de servicios como un gran villano por los pobres ingresos que les reportan, las disminuciones que provoca en las ventas de discos y por la transformación en la manera en la que generaciones enteras han cambiado su forma de consumir música. Pero sería injusto olvidar que el gran iniciador de toda esta transformación fue primero Napster y más tarde Apple con el lanzamientos de iTunes. Los servicios en streaming lo único que han hecho ha sido saber adaptar su modelo de negocio a las nuevas demandas del mercado. A este tipo de servicios sí que se les puede acusar de ser parte importante de la maquinaria que está haciendo que la industria de la música siga moviéndose hacia adelante, y de ser una interesante plataforma que acerca a los artistas a millones de fans en todo el mundo. 


La estructura básica de la industria de la música está compuesta por: artistas, distribuidores,  discográficas y fans. Los artistas hacen las canciones que luego los distribuidores (Apple, Spotify) entregarán a los fans. O sea que el papel de tres de estos cuatro componentes está claro, el del otro no tanto. 
Las funciones básicas de las discográficas siempre han sido: marketing, financiación y distribución. 
Es interesante ver la manera en que las cosas están cambiando, y si las discográficas seguirán teniendo un papel relevante en el futuro. Para mí si.
A pesar de que los costes de distribución han ido desapareciendo gradualmente y de que hoy es más fácil que nunca para los artistas grabar, auto publicar su propia música, y hacer una promoción más que decente  a través de las redes sociales. La función de capital riesgo de las discográficas se mantiene, ya que las distribuidoras no parece muy interesadas en invertir su dinero en descubrir y financiar nuevos artistas; es un trabajo demasiado difícil y especializado, y las discográficas son bastante buenas en eso. Además de los costes de marketing y promoción que todo ello lleva aparejado.
Tal vez sea interesante para las discográficas entender el pasado para así poder planificar el futuro, y empezar así a plantearse un cambio en su modelo de negocio que tengan en cuenta todas estas circunstancias. Tal vez el pasado nos esté diciendo que en un futuro el negocio ya no estará en la venta de música grabada, la cual está perdiendo a pasos agigantados su valor económico, y sí en la construcción de audiencias como parte fundamental del éxito. Regalar la música  y que los fans paguen por los shows en vivo. ¿Una locura? Posiblemente, el tiempo nos lo dirá.


En comparación con la compra de archivos por descarga, los servicios de streaming tienen una serie de ventajas muchos más atractivas para los usuarios: Los usuarios pueden elegir entre millones de canciones siempre que quieran y las veces que quieran, permite crear y compartir listas de reproducción a través de redes sociales y el descubrimiento de nuevos artistas.
Su principal problema es que hasta el momento, parecen notablemente ineficaces a la hora de persuadir a los usuarios para que gasten su dinero. Muchos, ven este tipo de servicios como si de una radio se tratase, y si es una radio, ¿quién paga por escucharla? Pero a diferencia de la radio, la publicidad no puede cubrir el costo del servicio.
Por ejemplo, Spotify está disponible para casi 1,100 millones de usuarios en todo el mundo, sin embargo, tan solo 15 millones son de pago frente a 60 millones de cuentas con publicidad. Con lo que sólo el 1% de los suscriptores potenciales realmente pagan.
La cruda realidad nos dice que de más de mil millones de usuarios potenciales, tan sólo 41 millones de personas en todo el mundo pagan. Un auténtico desastre en términos de conversión.
En mi opinión la respuesta a esta situación es muy sencilla. El apetito musical de los consumidores se ha vuelto cada vez más difuso, convirtiendo a cierto tipo de música en mercancía, en un producto genérico, básico y de consumo rápido. No guardan ningún tipo de conexión con ella, por lo que siempre tenderán a buscar la opción más barata para conseguirla. En cambio, aquellos que conecten con los músicos y los vean como artistas, será más probable que vean los álbumes como auténticas obras de arte por las que vale la pena pagar. Ya sea mediante suscripción, descarga o soporte físico.
Otro de sus problemas es el precio. Un dato a tener es cuenta es que antes incluso de la revolución digital, de la piratería, y de la crisis económica, el gasto promedio en música por persona era de algo menos de 5 € al mes, con lo que la mayor parte del gasto era realizado por un pequeño número de grandes compradores.


Y finalmente la perdida de dinero. Y es que este tipo de servicios tienden a ser máquinas de perder dinero -Spotify, el principal servicio de música en streaming del mundo ,aún registra pérdidas, si bien es cierto que se espera que este mismo año empiece a dar sus primeros beneficios-. El problema es que por cada cada canción emitida, el servicio debe que pagar una cantidad a los sellos discográficos que oscila entre los $0,006 y $0,0084 por canción escuchada que multiplicados por las más de 134 millones de reproducciones que pueden llegar a tener canciones de artistas como Beyonce, nos puede dar montos de entre $804,000 a $1,3 millones por canción. Así que, cuantas más canciones emitidas mayor cantidad  de pagos, creando una importante barrera de costes que nunca encoje -Spotify dice que alrededor del 70% de sus beneficios van al pago de artistas y sellos discográficos, algo así como la nada despreciable cifra de $1.600 millones-.
La solución a esta situación, a priori, parece sencilla. Lo primero es que tanto artistas como discográficas se traguen su orgullo y empiecen a entender que el mundo ha cambiado, y que no se puede luchar contra molinos de viento. Es necesario buscar pagos más bajos por canción. Sólo así los servicios de streaming podrán ser más competitivos frente a otros servicios como YouTube -extraoficialmente el servicio de música en streaming con publicidad más grande del mundo pero con pagos de tan sólo $641 millones- y así poder ofertar unos precios de suscripción más atractivos para sus usuarios para que realmente si, el streaming sea el futuro de la industria musical. 


miércoles, 15 de abril de 2015

¿Es TIDAL el futuro de la música en streaming?


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No a muchos les gustará  reconocerlo, pero el negocio de la música andaba perdido, sin un rumbo fijo y sin saber muy bien cual iba a ser su futuro. Pero vivimos en la era digital y desde hace algún tiempo internet es el rey.
La industria discográfica lleva años inmersa en una serie de cambios, tanto de formatos como de estrategias, en un intento por adaptarse al nuevo orden del mundo digital, dominado desde hace algún tiempo por la consolidación del streaming. De hecho cada año plataformas como Deezer  o Spotify ven crecer su número de usuarios y lo hacen sin arañar clientes a sus competidores, si no aumentando las ventas de usuarios que hasta ahora se movían fuera del mercado legal.


Aprovechando esta circunstancia , están surgiendo nuevos servicios que quieren aprovechar este  enorme oportunidad para la música de pago en streaming, el último de ellos TIDAL.
TIDAL nació en Noruega en 2009, de la mano de la empresa Aspiro. Se llamó originalmente WiMP hasta que en 2014 fue renombrada como TIDAL para su lanzamiento en Reino Unido y Estados Unidos. A finales de 2014 fue comprada por 56 millones de dólares por una sociedad controlada por el rapero y empresario norteamericano Jay-Z.
La compañía se ha estado promocionando como "la primera plataforma global de música y entretenimiento propiedad de artistas", algo así como la United Artist de los años 20, cuyo objetivo fue desafiar el control de los grandes estudios, y al igual que TIDAL, nació respaldada por los grandes artistas del momento.
El mensaje fundamental de su lanzamiento a nivel mundial ha sido claro, recuperar el valor de la música a los ojos y oídos de los oyentes. Nada de música gratuita como viene ofreciendo Spotify en su versión con publicidad, eso se acabó. Esta argumentación se basa en que el streaming gratuito le resta valor a la música, banalizándola y devaluando lo que realmente significa.
Básicamente lo que quieren conseguir es cambiar la forma en que la industria trabaja y concienciar  a la gente del gran perjuicio que la música gratuita está causando a sus bolsillos, ¡perdón!, a la industria discográfica, para así hacerse con la parte del pastel que se han estado perdiendo y de paso despertar conciencias, y hacer que la gente acabe pagando por un comercio más justo.  Y fueron felices y comieron perdices...¡Una auténtica utopía!.



TIDAL no aporta nada que no hayamos visto ya y además su producto estrella (high-definition version) es bastante más caro que sus principales rivales. Pero el problema de TIDAL no es el precio (que podría serlo con plataformas como Deezer, Sportify, Google con su YouTube Music Key, Rdio y dentro de poco el gigante de la manzana con su esperado Beats Music por casi la mitad de precio) . Su principal problema es que por mucho que se empeñen en ser una plataforma con contenidos exclusivos, en internet, su tan ansiada exclusividad no les va a durar más allá de unos minutos (en el mejor de los casos). Un ejemplo más de que los artistas aún no saben como funciona Internet.
Su única ventaja diferencial, es la de ser servicio de alta calidad para aquellos que deseen escuchar música en streaming con la calidad de un CD, pero es una ventaja  pobre y fácil de imitar por sus competidores directos, con bolsillos más amplios y un volumen de usuarios más grande.
Para un grupo muy reducido este puede llegar a ser  un factor importante  a la hora de decantarse por su servicio, pero para la mayoría, la calidad del sonido no es tan importante y si su portabilidad, fiabilidad y facilidad de uso. O sea un producto de nicho para profesionales y puristas amantes de la música.
Pero lo que está claro es que  TIDAL ha iniciado un cambio en las reglas del juego. En una industria en la que el precio ha dejado de ser una factor diferencial, cada servicio tendrá que ofrecer algún tipo de opción de alta resolución  (a parte de un buen catálogo de artistas) para poder competir con garantías.  Como los 24 bits de alta resolución de sonido que ofrece el programa Mastered for ITunes de Apple, que incluso mejora la calidad del CD.
Así que la siguiente pregunta bien podría ser: ¿Será todo esto demasiado para TIDAL?.























(English Version)

¿Music It's TIDAL the future of streaming music?

Music business was a bit lost, with no fixed destination and asking what its future would be, although some people will not admit it.  But we live in the digital era and now internet is the king.  Music industry has gone through several changes for years, new formats and strategies, trying to catch up with the digital world, where streaming rules. Each year, platforms like Deezer or Spotify grow their number of users without stealing clients from their competitors even the ones out of the legal market.

Making the most of this situation, new platforms are arising to take advantage of the opportunity of making money with streaming.  The latest is TIDAL.
The company has been promoting as “first global music and entertainment platform owned by artists”, something like United Artist did back in the 20’s whose goal was to be out of big studios’ control and, as TIDAL, was supported by big artists.
Its main message for the international launch was simple and clear, recoup music value to the audience.  No more free music like Spotify’s advertising version.  This is over.  Because free music rests value, trivializing and devaluating what music really is.
Basically they want to change the way the music industry works and let people know the huge damage this is doing to their pockets ¡sorry!, to the music industry, so they can have the share of pie they’ve been losing and also touch people consciences so that they will at the end pay for fair commerce.  And live happily ever after… ¡a real utopia!

But TIDAL doesn’t provide anything new and its main product (high-def version) is much more expensive than its competitors.  Anyway TIDAL´s problem is not the price (although it could be, with platforms like Deezer, Spotify, Google’s YouTube Music Key, Rdio and soon Apple’s Beats Music, at almost half of the price).  Its main problem is that they would never be a platform with exclusive content, because, exclusivity on Internet doesn’t last longer than a few minutes. Another example of how artists don’t know how internet works.
TIDAL’s only advantage is its high quality definition for those looking for a CD quality but this is easy to copy by direct competitors with bigger budgets and more clients.
For a small amount of people this could be important but to the majority, music quality is not that an issue rather than portability, reliability and easy to use.
A niche product for professional and music purist.
But it is a fact that TIDAL has changed the game rules. In an industry where price is not important anymore, each platform would have to offer high definition music, besides a good catalog. Like MfIT 24 bits which is even better than CD.
So the next question could be: Will all of this be too much for TIDAL?