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El mundo de los dispositivos móviles está revolucionando el
panorama tecnológico con cifras difíciles de ignorar.
El móvil ha entrado en nuestras vidas provocando cambios
culturales y sociales, redefiniendo
nuevamente el papel del consumidor, como antes de él lo hicieron la televisión
y el ordenador personal.
Un 64% de la población adulta tiene un smartphone, y
lo utiliza para todas las actividades imaginables (banca, pedir comida, ver películas,
leer libros, mail, para pedir un taxi). Como la atención del consumidor
“vive” en su dispositivo móvil, el smartphone se está convirtiendo en el objetivo principal de
muchas de las estrategias de marketing ( la publicidad móvil ya representa el
76% de los ingresos por publicidad del gigante Facebook).
La televisión cambió para siempre la forma en que los
vendedores llegaban a los consumidores. Con esta primera pantalla, una empresa
podía llegar a millones de consumidores con mensajes bien diseñados y ajustados
a la audiencia. Era la época del one-to-many, donde la empresa tenía el control
del mensaje.
Luego vino la segunda pantalla (el PC), donde una empresa
podía interactuar con sus clientes y obtener retroalimentación en tiempo real.
Era la época del comercio participativo. Los clientes comenzaban a tener algo
que decir y lo hacían.
Con cada una de estas dos pantallas, la empresa y el cliente
se conectan entre sí, la primera por una conexión de masas y la segunda por una
conexión interactiva impulsada por la empresa. Pero ahora, con la llegada de la
tercera pantalla todo ha cambiado. Ya no hay un cliente atado a un televisor o
a una pantalla de ordenador perfectamente posicionado para recibir el mensaje.
Ahora el consumidor está en movimiento, así que las empresas deberán de
encontrar la forma de integrarse a este nuevo panorama digital.
Los vendedores tienen todo tipo de canales disponibles para
llegar a los consumidores a través de los teléfonos inteligentes: apps, diseños
web, campañas de SMS y campañas de publicidad móvil. Desafortunadamente, la
mayoría del marketing y de la publicidad en dispositivos móviles ha demostrado
ser caro y de bajo rendimiento. Pero aún así hay excepciones inesperadas: El correo
electrónico, por ejemplo, está demostrando ser notablemente resistentes en la era de los smartphones.
Incluso ha conseguido resistir la llegada de las nuevas plataformas de
mensajería instantánea. La siguiente pregunta parece lógica: ¿No deberíamos
de tener una aplicación que lo sustituya? Las aplicaciones
móviles tienen un coste técnico inicial y de mantenimiento bastante alto, pero
el verdadero reto no está en el desarrollo, está en que la gente la descubra.
Tanto Google como Apple tienen cerca de 1,5 millones de aplicaciones en sus
respectivas tiendas, a lo que hay que sumar que la aplicación promedio
pierde a cerca del 77% de sus usuarios los tres primeros días de su
lanzamiento.
La explosión de la tecnología móvil ha cambiado la forma en
que los consumidores se comportan, interactúan, consumen, viven y compran,
sacudiendo los cimientos del embudo de ventas tradicional, dejando a las
empresas luchando por adaptarse.
La forma en que las marcas se están comunicando con estos nuevos consumidores también está cambiando. Sólo las empresas que suministren verdadero valor, como el suministro de información útil, y datos curiosos llegaran a despertar la atención de los consumidores. Esto va más allá de la publicidad tradicional: Esto significa que los vendedores tienen que llegar a ser de gran utilidad en más ocasiones y en más lugares que nunca.
El consumidor móvil tiene fronteras ilimitadas y puede interactuar donde quiera que se encuentre en su propio marco temporal. En un mundo móvil, todo está conectado y todo es accesible desde cualquier lugar.
Muchas empresas se están dando cuenta de que el problema no
está tanto en cómo llegar o en cómo alcanzar al consumidor donde quiera que esté, como en entender su mentalidad y hacia dónde se dirigen. Las empresas aún
tienen que entender y adaptarse al valor crítico que los dispositivos
móviles están jugando en la estructura básica del modelo tradicional de compra,
y a la importancia que está tomando el asignar diferentes comportamientos
al consumidor en función de su localización.
¿Estás preparado para pasar al siguiente nivel?